Decía Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”

Esta idea vino a voz de pronto porque encontré entre cuadernos una redacción que escribí hace años y trataba sobre:  “Cómo enfrentarse a un problema que trastoca nuestro proyecto vital.” Centré todo el escrito sobre la vida y cuál era el proyecto que tiene tanto a nivel individual como social. Mi conclusión fue la siguiente: “Nuestra vida está compuesta de metas y aspiraciones con los que sueñas con llegar algún día.”

Me imaginaba la vida como si fuese Ikea: deseando comprar cuatro velas con olor a vainilla, tres peluches y mil lápices, todo rápidamente para volver a casa lo antes posible para poder ver la televisión. Esta época de veranos infinitos, tardes eternas… donde el tiempo importaba poco.

Ahora, han pasado unos años y mi idea de vida ha cambiado, ya si voy a Ikea me quedo tres horas mirando los cuadros y otras tres eligiendo mesilla, no tengo esa prisa de volver a casa, es más, `paso la tarde así y me gusta.

Si la pregunta antes era: “¿por qué estamos aquí?”, ahora es “¿Para qué?”

¿PARA QUÉ? reproducirse, para unos, resistir al tiempo y a la historia, para otros, conseguir metas. ¿Para eso estamos en la vida?

Como seres “sentipensantes” que somos intentamos buscar soluciones, justificaciones; pero, ¿y si la vida no tuviese ningún sentido? ¿Y si el único sentido que tuviese fuese vivir?

El tiempo pasa para todos, depende de nosotros como queremos aprovecharlo.

Comencemos a vivir y a disfrutar del camino sea cual sea la meta (si la hay.)

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