Las miradas siempre fueron más valientes que las palabras.
Cuando la boca calla, los ojos hablan.
Porque hay miradas que desprenden un cálido olor a verano. Que son sueño, verso y, a la vez, sonrisa.
Miradas que se entrelazan en un vagón de tren con personas desconocidas capaces de hacer temblar.
Ojos que reflejan vida, esperanza.
Palabras que hablan pero no dicen,
miradas que no se contienen y gritan “te quiero”