Quiérete, mujer, solo así serás libre.

 Aprendí mirando el reloj que el tiempo es demasiado relativo. Tan lento que siempre pasa rápido. Intentamos lidiar con él pero no conseguimos firmar la paz.  Seguimos perdiendo las horas mirando al techo pensando en personas que ya no son.  Invirtiendo minutos entre poemas de Neruda. Y segundos contándonos las cicatrices.

 Escondemos las arrugas porque la sociedad nos dice que no, que no son bellas. Pero, son las marcas de todas aquellas sonrisas que un día salieron de nuestros labios; haciendo de esos hoyuelos, universo entre tanta estrella.

A ti que por ser mujer te impusieron un canon de belleza en el que no estaban permitidas las ojeras, ojeras que daban pie a versos en plena noche de insomnio.

 A ella que la valoraron en kilos, ignorantes ellos, que no supieron apreciar su cuerpo, arte imperfecto pintado con libertad.

 A mí por ser mujer, por haber nacido fémina, me inculcaron que tenía que ser bella y frágil, como aquellas rosas que germinan en primavera. Por eso quedé mirando a la luna despierta, con labios rojos como sus pétalos en plena fiesta y fuerte como sus espinas. Lo de «frágil» no lo comprendí del todo, supongo que quisieron decir «ágil» pero se les colaron dos letras.

 

El tiempo es tan relativo como la ley de gravedad y, los pechos se nos caerán, el culo bajará a saludar a los pies. ¿Nadie se molestó en atender a Newton cuando dictó su fórmula? Nos seguimos empeñando en tener el cuerpo perfecto. O, quizá, se empeñan. Una simple excusa de las redes ocultas que utiliza este absurdo patriarcado para hacernos olvidar lo realmente importante.

 

Necesitamos chicas sin complejos y complejas. «Mujeres avión» capaces de volar tan alto como sus sueños, saltando las barreras que la sociedad las impone. Actuando sin roles.

 Sin tabúes.

 En época de crisis, se necesitan mujeres dueñas de su vida y su propio cuerpo. Arquitectas de su camino.

 Chicas con libros. Pero, sobre todo, libres.

 Mujeres fuertes.

 Un mundo donde la Cenicienta sea independiente y no busque príncipe azul.

Y, es que en ese universo paralelo, las mujeres no serán maltratadas ni violadas, y  mucho menos trata. Allí, no se juzgará a un hombre por llorar o vestir de rosa. Dará igual si te gustan las chicas, los chicos, ambos o ninguno, nadie criticará ni a opinará. Un mundo donde se cobrará igual por un mismo trabajo siendo, así, indiferente el sexo al que pertenecieras.

 

El mundo feminista.

 Un extraño mundo de fantasía que solo, y por desgracia, aparece en los cuentos y, de vez en cuando, en algún discurso político.

 -Pero, ¿qué es el feminismo mamá? Pregunta un niño a su madre.

 – El arte de volar hacia la libertad.

 Era un mundo escrito entre papeles mojados convertidos en avión dispuestos a despegar.

Era pero, ojalá fuese.

 

 

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