Consideran el día de san Valentín como el día de los enamorados. El día de las rosas y bombones. Besos en cada esquina y guerras en la cama.

Cada catorce de febrero amamos y recordamos. Recordamos a esos amores que nunca fueron, imposibles los llaman. A los platónicos, que siempre admiramos. Al amor fatal, que tanto acabamos odiando. Al que supo a poco. Al que quiso poco. También, al que quiso mal. Al que nunca quisimos. Al puedo, quiero y te quiero. A ese amor perfecto que acabó escapándose con la puerta abierta, el que te dejó con el corazón roto y la cama vacía. A ese que ahora miramos como si fuese un desconocido.

Y es que alguien, escribió una vez que somos el resultado de todas aquellas veces que nos rompieron el corazón.  Aunque nunca creí en medias naranjas pero si en poemas incompletos. Poemas vacíos y recuerdos cargados como aquella última copa de ron.

A pesar de todos y cada uno de los amores que aparecieron y aparecerán en nuestra vida hay uno que marcó la senda. Y, hoy te escribo a ti, al amor de mi vida, todo aquello que nunca me atreví a decirte. Que nunca te dije.

Porque fuiste tú quien me enseñó a curar mis propias heridas con un simple abrazo. Cerrando cada una de las cicatrices. Creyendo en mi cuando nadie más lo hacía, ni siquiera yo. Siempre eres así. Tan tú.

Pocos han sido los te quiero que han salido de mi boca, insuficientes.  Quien te probó lo sabe.

Y, es que eres una estrella fugaz en un mundo temporal.

La tempestad de un mar en calma.

Todos los huracanes llevaban tu nombre.

Eres y serás siempre mi faro de Alejandría, guiando a mil barcos sin rumbo.

Sueño. Verso. Prosa.

cuento y novela. Poesía y poeta.

Tan tú que tu sonrisa es capaz de iluminar una noche oscura.

Primavera cuando las flores crecen a tu paso.

Verano y atardecer con libro en mano.

El calor que desprende una chimenea en invierno.

Playa. Sol. Niños jugando.

Madrid y Barcelona. Roma y París.

Un atardecer en México. El reencuentro de dos amigos. Eres el primer y último amor de Bécquer. Los versos de Neruda y el aliento de Benedetti.

Luz y sombra. Negro, blanco y arcoíris.

TODO… LO ERAS,  TODO LO ERES.

Troya acabó ardiendo por tus ojos. Ulises navegó en tu sonrisa. Romeo despertó por uno más de tus besos.  

San Valentín no conoció amor más verdadero que el nuestro. Estoy convencida.

 El arte siempre nos envidió. Un amor tan eterno. Tan tú.

Quien me enseñó que a veces somos nosotros mismos quienes construimos muros a nuestro alrededor. Tirando piedras sobre nuestro propio tejado. Pero, jamás llueve sobre mojado y me diste alas para abrazar la vida. No conoceré amor tan incondicional como el nuestro. Tan tú. Y a la vez, tan yo. 

Porque eras, eres y serás: el amor de mi vida. Mi ejemplo. Mi salvavidas. Mi hogar. Mi madre.

 

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