“Atentado en Bruselas: 34 muertos y 202 heridos tras la cadena de explosiones en Bruselas” (ABC)
“Ataque terrorista en Bruselas: Varias explosiones en el aeropuerto y en el metro, cerca de las instituciones europeas, dejan al menos 34 muertos y un gran número de personas gravemente heridas” (La vanguardia)
“Atentado en Bruselas: más de 30 muertos en el aeropuerto y el metro. La fiscalía belga informa de que la explosión en el aeropuerto ha sido un ataque suicida” (EL PAÍS)
Amanecíamos con estos titulares que oscurecían nuestro día y apenas eran las nueve de la mañana. Hoy, otra vez, el mundo llora, aunque esta vez lo hace por Bélgica.
Acabamos 2015 llorando con los atentados de Nigeria, Túnez, Chad, Francia y Mali. Y empezamos 2016 lamentando las muertes en Burkina Faso, Costa de Marfil, Ankara y, hoy, Bélgica.
Hoy nos volvemos a preguntar: ¿por qué?
¿Por qué tantas muertes innecesarias? ¿Por qué causar tanto dolor? ¿Cómo el ser humano puede tener tan poca humanidad?
Todavía no han pasado 4 meses desde que aterricé en Bruselas con mi familia para visitar la ciudad, justo dos semanas después de los atentados de Paris. El miedo, por aquel entonces, que se respiraba en la calle era mayor que los militares que observaban el panorama no dejando detalle al azar. El aeropuerto con más
protección que había visto nunca.
Al principio, el miedo no me dejaba disfrutar del paisaje, pero, con el tiempo las luces de los árboles de navidad empezaron a brillar en mis ojos, las calles cambiaron el olor de pánico por el de gofres de chocolate. Los estudiantes de Gent alegraban el ambiente con sus interminables risas. La magia que solo Brujas tiene empezó a renacer entre los canales de agua. Las bicicletas. Las casas de colores. Los grandes edificios históricos.
Muchas son las muertes que está causando este odio que solo desencadena en muertes. Recordad que de esto es de lo que huyen los refugiados.
Mi más sentido pésame a las familias de las víctimas que este desastre está dejando en de todo el mundo, porque #JESUISLEMONDE
El ingeniero e industrial André Waterkeyn, quien diseño el Atomium (monumento que simboliza Bélgica) explicó que la creación del mismo es un icono para la paz y el desarrollo: ‘Pues, ¿qué otra cosa, sino la desintegración del átomo, pone mejor de relieve el desarrollo a los ojos de la humanidad?’
Hoy el mundo se ha roto (de nuevo), hoy el miedo se vuelve a apoderar de nosotros. Pero, mañana la noria de Gante volverá a girar.
(Grabado en Bélgica)