Ella era una estrella fugaz en un mundo temporal.

Una loca con el pelo rizado, ropa de los 80, genio de los 50. Una loca con la risa más alta que nunca había escuchado.

La tempestad de un mar en calma.

Todos los huracanes llevaban su nombre.

Era faro de Alejandría, guiando a mil barcos sin rumbo.

Sueño. Verso. Prosa.

Era cuento y novela. Poesía y poeta.

Luna porque su sonrisa era capaz de iluminar una noche oscura.

Primavera cuando las flores crecían a su paso.

Verano y atardecer con libro en mano.

Era ella el calor que desprende una chimenea en invierno.

Playa. Sol. Niños jugando.

Madrid y Barcelona. Roma y París.

Un atardecer en México. El reencuentro de dos amigos. Era el primer y último amor de Bécquer. Los versos de Neruda y el aliento de Benedetti.

Luz y sombra. Negro, blanco y arcoíris.

TODO… LO ERA, LO ES.

Porque era, es y será: mi ejemplo. Mi salvavidas. Mi hogar. Mi madre. Y, a la vez, mi vida.

Feliz cumpleaños, mamá.

Texto: Sandra Lázaro

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